jueves, 1 de mayo de 2025

CAPÍTULO XVIII

 Ivonne

Cuando Lestat volvió al Salón, Louis y yo acabábamos de unirnos a la mesa junto a los criados que en silencio habían empezado a cenar. El anfitrión ocupó una de las dos sillas vacías sin mirarnos, cabizbajo parecía tan desilusionado como avergonzado. Yo sabía que era mejor esperar a que se recuperara, así que cogí uno de los profiteroles de chocolate de la bandeja más cercana y empecé a mordisquearlo. Evidentemente los vampiros no necesitamos alimentarnos, pero eso no nos impide degustar pequeños manjares de nuestro gusto para recordar sabores apreciados. No solemos hacerlo, pero esta noche era especial, a mi me encanta el chocolate, y estaba segura de que no iba a engordar.

- Yo creía que el invitado sorpresa iba a ser Nicolas.

Louis se había decidido a romper el incomodo silencio, pero no acertó con la pregunta que nos había sobresaltado a Lestat y a mí. Quizás era a mi amigo a quien le correspondía contestar pero, dado su estado, fui yo la que me decidí a hablar.

- No sabemos nada de él desde que nos vinimos a América.

- ¿ Y eso?

La curiosidad de Louis estaba justificada, conocía la gran amistad entre ellos. Miraba a Lestat inquisitivo, pero este seguía sin hablar, así que le conté yo la historia.

- Cuando en Junio de 1940 los alemanes invadieron París, la ciudad era un caos, y nuestra seguridad peligraba. - Louis asentía con la cabeza, yo no sabía dónde vivía él en aquella época, pero toda la vieja Europa estaba resentida. - Necesitábamos salir de ahí. Encontramos la ocasión de viajar hasta América de forma segura, pero a Nicolas le dio en el último momento un ataque de patriotismo y decidió quedarse para unirse a la resistencia clandestina, afirmaba que nuestras características nocturnas podrían ser muy útiles.

Callé mientras recordaba la escena, las discusiones, el empeño de Nicolas en convencernos, el inevitable enfado de aquellos dos viejos amigos desde la infancia. No quería recordar este triste episodio, así que simplemente concluí.

- No hemos vuelto a saber nada de él.

- ¿No lo buscasteis después de la guerra?.

Louis seguía preguntando y yo ya no sabía qué contestar mientras Lestat seguía callado. Esta conversación me empezaba a poner nerviosa, busqué la manera de ponerle fin.

- La verdad es que estuvimos muy ocupados. Nuestro viaje había sido toda una odisea, y te aseguro que fueron muchos años los que pasaron hasta que conseguimos asentarnos en este nuevo mundo.

- Dicen que en Internet se puede encontrar todo. Si quieren yo podría intentar localizarlo – Estrella ya relajada nos ofreció su ayuda. La conversación había calmado el ambiente, y los criados cenaban mientras nos escuchaban. Es fácil suponer que ellos también debían de tener curiosidad por nuestra vida antes de conocerlos.

- No te preocupes, Estrella, no será necesario. - por fin Lestat se había decidido a hablar – Si está vivo, Aleera sabrá de él. Ya le preguntaré la próxima vez que la vea.

Por primera vez sentí pena por mi amigo. Me dolía verlo de esa manera, dependiente, ansioso por encontrar una escusa que le permitiera contactar de nuevo con la vampira impertinente. Me preguntaba qué tendría esa mujer que afectaba de esa manera tan tóxica a mi amigo

La voz de la doncella había evidenciado la presencia de los criados y esta vez Louis estuvo muy acertado cuando sugirió que era el momento de que los presentáramos.

- Carlos es mi hombre de confianza, mi amigo, mi chófer, mi secretario, mi mano derecha, mi yo humano, mi paz.

Todos los presentes sentimos la fuerza y la pasión que las presentación de Lestat había generado. El rostro del chófer brillaba con luz propia por el halago.

- Vaya resumen – Louis volvió a respirar con un soplido – me has impresionado, amigo. El problema es que me lo has dicho todo, pero no me has dicho nada.

- Los cotilleos que te los cuente Ivonne – el aludido agitó su mano despectivamente en mi dirección.

Yo me reí, no me iba a ofender con lo feliz que me sentía de ver a Lestat de nuevo en su ser.

- Al principio de llegar a Los Ángeles yo viví aquí durante casi un año, hasta que conseguí mi propio domicilio seguro, así que conozco a Carlos desde que era un crío avispado siempre escondido por los rincones, espiando, vigilando todo lo que hacíamos. - empecé mi resumen sonriendo, mirando fijamente a Carlos que me devolvía la sonrisa - Varias semanas me costó conseguir que dejara de correr en cuanto me acercaba a saludarlo. Suponía que me tenía miedo.

- No tenía miedo, solo mucha curiosidad – Carlos intervino para aclarar mi error – Hacía meses que sabía que Lestat era un vampiro, había visto películas y deducido que sus costumbres nocturnas, su retiro imperturbable al amanecer, sus continuos rechazos a invitaciones a cenar, ... si ni siquiera lo había visto nunca beber agua, … los ajos que llevaba en el bolsillo no le afectaban, cuantas tonterías dicen los libros, porque a pesar de eso el jefe de mi abuelo no podía ser otra cosa que un vampiro.

- Chico listo – admiró Lestat – nunca me enteré de tu espionaje, aunque si recuerdo ahora que al principio te notaba que olías a ajo, – el vampiro nos contagio a todos su risa, cuando se calmó le preguntó - ¿por qué no le dijiste nada a tu abuelo?

- Porque no me hubiera creído – afirmó Carlos categóricamente – sólo un niño podría tener en cuenta esta conclusión que pertenece al mundo de la fantasía, en la que no creen los adultos. Mi abuelo era un anciano entretenido en llevar a cabo los continuos trabajos que Lestat le encargaba. Creo que a su edad se sentía tan satisfecho de que su eficacia se valorara, que nunca se hubiera cuestionado el comportamiento de un jefe tan generoso. - una breve pausa y retomó la conversación dirigiéndose a mí – A él no le tenía miedo, yo le pasaba desapercibido normalmente y las pocas veces que me veía siempre me trataba con amabilidad. Lo que quería saber era si de usted me podía fiar.

- Bien pronto supiste que sí – contesté a su alusión – y trátame de tú, que así me tratabas de niño tantas noches que pasábamos juntos jugando a toda clase de juegos, o te leía un cuento en la cama para que te durmieras.

- Pero entonces, ¿tú llevas toda tu vida viviendo aquí? - le preguntó Louis incrédulo a Carlos y ante la respuesta afirmativa continuó - ¿No te cansas de esta vida solitaria?

Un clamor de risas recibió la pregunta de Louis que nos miraba a todos perplejos. Fue Lestat el que se compadeció de él.

- Este truhan tiene una doble vida perfecta. Ahí donde lo ves es un soltero muy cotizado, y no solo por su hermosura, que no dudo de que las mujeres se lo rifan, aunque sea demasiado caballero para contar sus hazañas

- Bueno ya no es lo mismo que los años no pasan en balde – se zafó Carlos del brazo con que su jefe le sujetaba los hombros.

- Diga que sí, que nosotros si sabemos de sus andanzas, y su móvil sigue sonando a menudo - le confirmó pícara Estrella a Lestat, que no renunciaba a seguir bromeando sobre su empleado.

- Y rico que debe de ser, no sólo porque yo le pago el sueldo que se merece, sino porque no dudo que un administrador listo como él que tanto me enriquece, no sepa obtener su propio beneficio – agradeció Lestat con sinceridad y concluyó – si no fuera así me sentiría muy decepcionado.

- Ninguno de nosotros es aquí un prisionero, - argumentó Víctor para echarle una mano a Carlos que empezaba a sentirse abrumado por tanta atención - muy al contrario vivir aquí es la libertad. Tenemos mucho tiempo libre durante el día, trabajamos en lo que nos gusta, tenemos un jefe generoso, vacaciones cuando nos apetece, …

- Y tenemos vida social – añadió Estrella animada con el tema. Le agradaba poder hablar de lo feliz que era su vida – Es verdad que nos tenemos amigos íntimos, no queremos despertar curiosidad ni sospechas, pero Los Ángeles es una ciudad muy grande y somos clientes asiduos en tiendas y establecimientos de diferentes barrios de la ciudad. Como le pasa a la mayor parte de los humanos mantenemos vida social por trabajo. Tengo trato con varias dependientas, y cuando necesito una amiga …

- Allí estoy yo – terminé yo su frase temiendo que fuera a olvidarse de mí, sin embargo la doncella se levantó de su silla y se acercó a darme el abrazo que yo me levanté para recibir.

Sin terminar de soltarnos seguíamos cogidas de la cintura cuando propuse que por que no dejábamos ya la sobremesa y pasábamos a sentarnos al sofá para mayor comodidad. Estrella se disculpó, ella y Víctor ya estaban cansados, preferían recoger los restos de comida de la mesa y retirarse a descansar. Era comprensible, para su horario que empezaba de mañanas era ya tarde.

- ¿Te esperan en algún sitio? - le pregunté a Carlos.

- ¿Acaso lo dudas? - me contestó guasón.

- Anda, - le pedí sonriente – déjame en mi casa de camino a tu nidito de amor, hoy no me apetece caminar, demasiados borrachos en las calles.

Cuando salí del salón, Lestat se acercaba al piano y Louis lo seguía, la noche no había terminado para esos dos amigos.

CAPÍTULO XVII

Ètienne 

El mundo se paró por un momento en cuanto escuché sonar el timbre de la puerta. Me levanté nervioso, hacia mucho que no sabía de ella, una parte de mí se alegraba, pero la otra sentía miedo. Sabía como era ella, y el conocer a Louis o a Ivonne, que no beben sangre humana, seguramente la llevaría a soltar alguna de sus frases tratando de provocarlos, y esto sin mencionar a Víctor, Estrella y Carlos.

Dí un suspiro pesado y abrí la puerta esbozando una amplia sonrisa. — ¡Aleera! Cuánto me alegro de verte — dije mientras abría la puerta de par en par

- Lestat, amor, yo también me alegro, siento mucha curiosidad por conocer tu nueva vida- un par de besos sonoros me ensordaron momentáneamente. Aleera es así, si puede molestarte lo hace, le divierte crear situaciones conflictivas. Me fijé en que arrastraba algo tras de sí - traje algo que te va a encantar – me informó y sus palabras salieron de su boca entre risas malintencionadas - Un sabroso y jugoso jovencito. Será el pavo de esta cena de acción de gracias.

- Me parece perfecto. Pero pasa, debo presentarte a mis amigos – la invité apartándome para que metiera aquel cuerpo atado y amordazado aún vivo, pero lleno de moratones que seguramente Aleera le provocó para torturarlo un poco. Lo dejó apoyado contra la pared cerca de la puerta y me siguió al salón.

Chicos, ella es la famosa Aleera - Ivonne fue la primera en levantarse. La pelirroja la saludó con cortesía, igual a Louis que fue el segundo que se levantó para recibirla. El problema vino cuando Aleera vio a Estrella, a Victor y a Carlos. Soltó una escalofriante carcajada - No me dijiste que ya habías previsto tú la cena, querido Lestat - los ojos se le tornaron más brillantes y de un color violeta mientras hablaba.

No, ellos viven conmigo, son mis amigos – la corregí inmediatamente y vi como Ivonne ponía una mano protectora sobre las de Estrella, tan apretadas por el miedo que no le permitían ni levantarse para saludar.

- ¿Qué dos perros apestosos y un insignificante humano son tus amigos? Venga ya Lestat, qué bajo has caído – su risa y su mirada intentaban manipularme.

Sí, y por favor espero te comportes con respeto – necesité mi tono más tajante para zafarme de su intento de manipular mi voluntad.

Tsss - solo ese ruido emitió, yendo a la mesa a sentarse mirándonos con superioridad y desprecio.

La escena disgustó mucho a Ivonne y a Louis quienes contemplaban atónitos el comportamiento de la pelirroja.

- Perdonadla, no le agradan los lobos, ni los humanos. - les dije en voz baja a Víctor y a Carlos que parecían a punto de marcharse.

Nosotros no queremos ser una molestia, - se excusó Carlos - si lo desea podemos ausentarnos

Nada de eso, ustedes son mis amigos también, no permitiré que os ataque

- Bueno, al menos tenemos perros que se coman las sobras que dejemos de mi presa – Aleera teatralizaba su falsa intención de portarse como una niña buena.

Los criados se sentaron en silencio, sin responder a su insolencia. Nadie se atrevía a romper el silencio para no echar más leña al fuego, se percibía en el ambiente una incomodidad muy desagradable.

¿Cómo has estado estos años, Aleera? - le pregunté con el fin de calmar los ánimos.

Mejor cuéntame tú. - me contestó sin dejar de intimidar - Está claro que me he perdido mejores acontecimientos. Con razón se percibía desde el recibidor un nauseabundo olor a perro - hablaba clavando fijamente la mirada en Estrella, que parecía a punto de llorar. - al menos podríamos probar al humano, su sangre huele deliciosa - se relamía para que Carlos se incomodara también

- ¿Por qué no los dejás en paz? - preguntó Ivonne dejando claro que no iba a permitir ese trato.

- Somos vampiros por favor, esas bestias no merecen estar entre nosotros. Sólo son ganado o esclavos - respondió Aleera condescendiente desviando la mirada hacia Ivonne buscando su complicidad.

Tú no eres nadie para decidir eso. - Ivonne era una mujer muy fuerte en sus convicciones - Si les dieras tiempo, te darías cuenta de que son unas personas muy agradables.

De nuevo una carcajada irónica de la recién llegada - jamás perdería mi tiempo así. Está claro que la raza vampiro ha decaído con los años - examinaba a Ivonne con mirada calculadora tras un gesto despectivo.

Mi amiga prefirió callarse, era la decisión más inteligente, estaba claro que la pelirroja quería sacarnos de quicio e Ivonne no estaba dispuesta a permitírselo. Para calmarse dio un trago a su cóctel.

Louis se levantó y puso una mano sobre mi hombro. - Ven un momento, Lestat, quiero hablar contigo a solas - Me levanté y fui con él — Disculpadme un momento.

- No es por arruinar la cena familiar, pero no me siento cómodo con ella. - me confesó la evidencia de la situación.

Lo sé, era de lo que tenía miedo. Yo he cambiado, pero ella es muy clasista y racista con otros seres

- ¿Por qué la invitaste si sabías cómo era?

Porque es mi amiga también. Quédate un rato más por favor. Solo es cuestión de ignorar ese comportamiento

- Está bien. - me concedió - Lo haré por ti y porque me alegro mucho de volver a verte, pero mi aguante tiene un límite.

- Gracias, mi amigo

Al volver Ivonne y Aleera estaban teniendo una conversación muy tensa en el sofá. Los criados se habían sentado a la mesa, contemplaban en silencio los ricos manjares sin atreverse a empezar a cenar.

- ¿Qué ha pasado? - le pregunté a Carlos

- La pelirroja le pregunto a Ivonne que qué era lo que bebía y al enterarse de los ingredientes, pues imagínese - me comentó en tono bajo Carlos para que sólo fuera escuchado por mí.

Está bien, vosotros empezad a cenar ahora que la situación está controlada.

Louis y yo nos sentamos en un sillón cada uno observando desde los extremos aquella discusión.

- Por favor, dejadlo ya, es una cena para pasar un buen rato entre amigos. - les pedí a ambas desde el sillón. Louis decepcionado por el comportamiento de la pelirroja se quedó apoyando su rostro sobre su mano, asqueado mirando al infinito.

Esta estúpida bebe sangre de animales. - La risa de Aleera me empezaba a resultar insoportable - ¿Dónde me has traído, Lestat? ¿Al hogar de los desamparados?

Elige bien tus palabras o no respondo de mis actos – Ivonne se estaba impacientando. Bajo su habitual amabilidad, se escondía la fiera que llevaba sobreviviendo varios siglos en un mundo hostil. Yo sabía lo peligrosa que podía ser.

Esta estúpida bebe sangre de animales como el pusilánime de Louis – La pelirroja no cejaba en su empeño y su risa medía las fuerzas de su contrincante. Si mi amigo la había oído no dio muestras de ello, permaneció ausente al insulto Sois la deshonra para toda la raza de vampiros.

Con un gesto rápido paré a Ivonne que estaba a punto de propinarle un puñetazo. Ivonne tenía mucha paciencia y siempre estaba en contra de la violencia, pero esa mujer estaba sacando al verdadero vampiro dentro de ella y Aleera se estaba equivocando de enemiga. La lucha entre ellas iba a ser devastadora, temblarían hasta los cimientos del castillo.

- Aleera lo siento, pero es suficiente, - iba a poner fin a este despropósito - es mejor que te vayas, ya quedaré contigo a solas otro día. Mis amigos no merecen tu maltrato.

¿¡Qué!? ¡¿Prefieres que me vaya yo, en vez de ellos!?

Sí, Aleera lo siento

Haces bien en sentirlo, no creas que voy a olvidar esta ofensa. - me amenazó mi ser tan amado en otro tiempo. - Voy a llevarme al humano que traje en tu honor. Quédate con tus amigos vegetarianos o a lo que sea que son. - Su movimientos gritaban el furor que sentía por semejante humillación.- Está claro que ni tú mereces ser vampiro.

Entre risas Aleera se transformó en un gran murciélago y salió volando por la ventana sujetando a su presas con las patas traseras. Solamente yo no me sorprendí con esa mágica trasformación que ya conocía.

Lo siento mucho chicos, no pensé que esto iba a ser de esta manera.- levanté hacia ellos la mirada que mi disgusto y vergüenza había fijado al suelo - Tenía muchas ganas de volver a verla y lo fastidié todo

Nada de eso - Me respondió Ivonne acariciando mi brazo derecho por rutina, estaba todavía estupefacta con la trasformación que acabamos de presenciar - Ahora que se fue, todo estará mejor y terminaremos la noche como debe ser.

CAPÍTULO XVI

Ivonne

- Son perlas auténticas talladas – le aclaré a Louis en cuanto Lestat nos dejó solos. Había observado como miraba mis colmillos y disipar sus dudas era buena opción para entablar conversación.

- Perdóname, no quería incomodarte – se disculpó él, y se le veía sinceramente apurado. Si hubiera podido manifestarse su rubor, se habría puesto colorado como un tomate.

- Tranquilo no hace falta que te disculpes, es una aclaración que he tenido que hacer muchas veces. - continué mi explicación sin esperar más preguntas – Es una simple prótesis que se sujeta con unos mínimos ganchos de oro.

- ¿No tienes colmillos retráctiles? - Louis estaba muy sorprendido, no podía entender mi carencia.

- No, ya ves, el principal atributo de un vampiro, pero yo carezco de ellos. - para no dar paso a más dudas, empecé a banalizar la cuestión. - Durante demasiados años su falta me daba un aspecto desdentado que me avergonzaba, pero cuando llegué a París un artesano, cliente del bar donde trabajaba de camarera, me fabricó mi primera prótesis de porcelana. Hace cinco años un vampiro amigo me regaló estas joyas – abrí mi boca en sonrisa franca para que fueran bien visibles – y ahora luzco mis colmillos sin complejos porque me encantan.

- Te quedan muy bien - admiró Louis finalizando el tema. Agradecí su discreción, si sentía curiosidad por conocer el origen de mi pérdida, se la guardó para él.

En ese momento, Lestat volvió a la estancia acompañado de Carlos y Víctor, portando bandejas con deliciosos canapés, brochetas surtidas y una ensalada de aguacate y cítricos, que fueron dejando sobre la mesa. Detrás de ellos Estrella apareció llevando con orgullo una selección de su postre favorito, profiteroles de chocolate. Era lista esa mujer. Había previsto que la cena resultaría extraña mezclando personas que comen con los que no necesitábamos alimentarnos, y había preparado un menú de picoteo para que cada uno se sirviera y se sentara dónde quisiera.

- ¿Qué? ¿ya te ha contado lo de sus colmillos? - le preguntó Lestat a Louis, y sin esperar su respuesta que ya conocía porque había oído la última frase de la conversión y había adivinado el tema, se dirigió a mí con la más pícara de sus sonrisas. - yo creo que ese vejestorio de míster Smart quiere algo de ti.

- Sabes muy bien que sólo es un amigo – expliqué mirando con dureza a Lestat – Un vampiro amable que frecuenta mi club. De vez en cuando me hace algún regalo para agradecerme las muchas horas que hemos compartido en conversaciones de barra en mi club.- para que mi amigo no se quedaran sin castigo por su maliciosa observación añadí – Lestat habla así porque tiene celos. Por alguna tóxica razón considera mi amistad de su propiedad, y no le gusta que nadie más me haga regalos.

El vampiro empezó a teatralizar sentirse herido por el disparo de mi flecha, pero lo corté haciendo gala de mis dotes de mando.- Déjalo ya, payaso, y empieza a actuar de anfitrión. Presenta a tus invitados y serviles unas copas, que yo voy a preparar mis cócteles para nosotros.

Me obedeció y empezó a preparar tres vermúts al estilo español – pero me vais a permitir que no os presente todavía, mi último invitado que está a punto de llegar y así no me repito – se disculpó.

Louis estuvo observando como preparaba mis cócteles con suspicacia, no sabía qué era el granulado que estaba vertiendo en las copas a las que añadí el vodka que hidrató la mezcla. - Un estupendo Bloody Mary de vampiro – le ofrecí, pero él rechazó la copa con la mano - no bebo sangre humana.

- Yo tampoco – lo tranquilicé – no es más que sangre de conejo liofilizada con un estupendo vodka y una pizca de sal.

- Entonces acepto encantado.

Cogió mi copa con un gesto de brindis, y en su mirada pude notar que le había complacido saberme una igual. Con el rabillo del ojo observé que Lestat nos miraba con el ceño fruncido, parecía que no le hacía ninguna gracia nuestra naciente camaradería. Seguro que eran celos, iba a tener que procurar no provocarlo, me sentía muy a gusto y no quería problemas.

- Ivonne va a acabar con la plaga de conejos de los alrededores, es una magnífica cazadora – Lestat se sentó a mi lado y apretó con dos dedos mi rodilla derecha, gesto que sabía me iba a molestar, pero no me dio tiempo a protestar porque el timbre sonó y mi amigo se levantó como impulsado por un resorte.

- ¡Ya está aquí! - encaminándose a la puerta se volvió un instante para dirigirse a los humanos – vosotros tranquilos, que ya le he advertido de vuestra existencia y sabe que se tiene que comportar.

- Estrella, siéntate a mi lado – le pedí a la doncella palmeando el hueco de asiento que acababa de dejar Lestat – y vosotros también, sentaos en los sillones, que no se ué hacéis todavía de pie. 

CAPÍTULO XV

 Ètienne

El timbre volvió a sonar. Tras la puerta se encontraba Louis, me quedé unos segundos sin saber que decir y reaccioné. — Discúlpame Louis pasa por favor — Él entró dejando su sombrero sobre el perchero, lo abracé cariñosamente pasando mi mano por su espalda hasta dejarla sobre su hombro.

— Ivonne, él es Louis

— Hola Louis, tenía muchas ganas de conocerte. Lestat me ha hablado mucho de tí — ambos se dieron la mano seguido de un par de besos en ambas mejillas — Nada bueno me supongo — dijo Louis mirándome fijamente con una sonrisa en el rostro tratando de apenarme. — Todo cosas buenas — añadió Ivonne. Los tres nos reímos por aquella conversación. — Por favor pasemos a la sala.

Sin duda esta iba a ser una cena inolvidable y aún faltaba por llegar Aleera. Los tres nos sentamos en el acolchado sofá de terciopelo azul celeste. Tuvimos una charla amena en la que Louis habló sobre su largo tiempo en el que no nos habíamos visto. Nos contó que había viajado por muchos países, que le interesaba aprender idiomas. Me resultaba encantador escucharle hablar.

- ¿ Y qué hay de ti Lestat? - Me preguntó a su vez.

- Es muy largo de contar. Louis. He pasado por mucho desde que te fuiste. Hoy es una noche para disfrutar, ya habrá otro momento para ponerte al día de todo. - le contesté apoyando mi mano sobre su brazo - Además aburriríamos a Ivonne que se sabe mi vida mejor que yo después de un siglo juntos.

Mi amiga simuló un bostezo burlándose de mi, dando a entender que mi historia carecía de interés. - pero, ¡qué mala eres! - le reproché marcando sin golpear su hombro con mi puño provocando su cantarina risa – Lo que si te adelanto es que guardo muchas sorpresas – le anuncié a Louis al ver que Carlos discretamente esperaba en la entrada de la estancia.

- ¿Ya está todo listo? - le pregunté.

- Lo estará en media hora. - me informó - Victor y Estrella quieren saber si nosotros vamos a cenar con ustedes o lo hacemos en la cocina como siempre.

- Con nosotros, por supuesto, nos sentaremos todos juntos a la mesa. En cuanto podáis dejar la comida en espera, venid al salón, que tomaremos un vermút primero.

- ¿Tienes humanos viviendo contigo? - me preguntó Louis estupefacto en cuanto el criado abandonó el salón.

- Más o menos – le contesté ambiguamente – en seguida los conocerás.

- ¿Quién es el invitado que falta? - me preguntó Ivonne a traición. Iba a contestarle cuando me di cuenta de su treta. Admiré su astucia - Casi me pillas y arruinas mi sorpresa – pellizqué su talle para provocar cosquillas que esquivó riendo.

El reloj de carillón sonó ocho campanadas. - La verdad es que no se por qué no está aquí ya – empezaba a sentirme ansioso y preocupado sin saber por qué Aleera no llegaba. Me preguntaba si le habría pasado algotemía que no viniera, que ya no quisiera saber de mí. Demasiadas incógnitas pasaban por mi mente apagando mi semblante. Me sentía feliz de ver de nuevo a Louis, pero no podía dejar de preguntarme por Aleera. Decidido a disipar mis dudas me levanté y cogí mi móvil - disculpad que os deje solos un momento. Voy a hacer una llamada.

CAPÍTULO XIV

 Ivonne

Hacía casi tres años que no visitaba la morada de Ètienne que, inmerso en sus propios asuntos, había relegado nuestros encuentros a las ocasiones, a veces escasas, en las que visitaba el club, casi siempre en fechas de fiestas de calendario. Cada vez parecíamos más una pequeña familia que vive dispersa de en geografía.

Sentado a mi derecha, mi amigo parecía disperso en sus pensamientos, mientras yo admiraba la exquisita decoración de la estancia principal del castillo. Bueno, en realidad era un antiguo convento español rehabilitado y reconstruido en parte al gusto del vampiro hasta asemejarlo a un pequeño castillo. Conseguirlo fue toda una epopeya en la que Ètienne no escatimó dinero ni esfuerzos hasta conseguirlo.

No recuerdo el título de la película que estábamos viendo en la televisión de la casa de campo cercana a Chicago, alojamiento que llevábamos compartiendo varias décadas, casi desde nuestra llegada a los Estados Unidos huyendo de la guerra europea.

La película me aburría y había dejado de prestarle atención, cuando mi amigo se levantó como empujado por un resorte, pausó la imagen en el reproductor de vídeos, se acercó al televisor y allí se quedó clavado observando lo que yo no llegaba a comprender, porque sólo veía lo que a mi me parecían ruinas en paisaje abierto. Algo muy distinto debía de estar viendo o imaginando mi amigo, porque sin mirarme siquiera exclamó en voz alta.

- Yo voy a vivir allí.

Esa misma noche empezó a hacer investigaciones, llamadas telefónicas, envió cartas a los estudios de grabación preguntando por la localización de exteriores, hasta que en un par de semanas consiguió la información deseada. Resultó que el edificio pertenecía a un anciano que se mostró encantado cuando mi amigo le ofreció comprarlo. Le explicó a Lestat su situación. A su edad avanzada, vender ese edificio que no le aportaba más que gastos, era su mejor opción para asegurarle un futuro a su nieto Carlos, que vivía a su cargo desde que se había quedado huérfano.

El hombre se hallaba tan dispuesto a llevar a cabo la venta, y se habían entendido tan bien con el vampiro que incluso se ofreció a encargarse de la gestión de las obras y de buscarle un alojamiento que cumpliera las extravagantes exigencias de mi amigo hasta que pudiera trasladarse a lo que desde entonces es su castillo.

Siempre me llamó la atención que el anciano nunca sospechara de la naturaleza de Ètienne, tantas noches como pasaron hablando de planos, trabajos, muebles y equipamiento. Tampoco sospechó de mí, cuando un año después de su traslado, mi amigo me llamó para pedirme que me fuera con él a Los Ángeles, que se le había ocurrido una idea genial a la que yo no me podría negar. Un vuelo nocturno y meses más tarde nació mi club.

Un regalo de la vida fue Carlos cuando, siendo ya un adolescente, se presentó en casa de Ètienne la noche siguiente al entierro de su abuelo, y tomándolo por sorpresa le dijo sin pausa ni para respirar.

- Se quién eres tú y lo que es Ivonne, llevo años observándoos. No me importa, no es asunto mío. Mi abuelo en su demencia senil de las últimas semanas llegó a confundiros con mis padres, y en realidad sois lo más parecido a una familia que yo he tenido. Su enfermedad ha mermado nuestros ahorros y soy demasiado joven para ganarme la vida. Si me acoges en tu castillo seré tu servidor para lo que necesites, tan fielmente como lo fue mi abuelo.

Un ruido del exterior me despertó del recuerdo devolviéndome a la realidad de la estancia donde mi amigo seguía ensimismado.

- Menos mal que hoy no es noche de luna llena – exclamé para romper el silencio y atraer la atención del vampiro, que tardó en reír la intención de mi chiste.

CAPÍTULO XIII

Ètienne 

El jueves de Acción de Gracias había llegado. A las siete de la tarde mi castillo se llenaría de muchas visitas agradables, entre ellas estaría mi gran amigo Bastian después de tantos años. Hacia tanto tiempo que no sabía de él y sentía tantas ganas de verlo de nuevo que hasta temblaba mi cuerpo de la emoción de solo pensarlo. Y mi amor, Adalvira. ¿Cómo olvidar aquel romance que me convirtió en Marqués?. Me sentía ansioso de poder estar con ellos, admito que era mas bien desesperación porque llegaran a la hora señalada. Para relajarme en la espera me puse a tocar el piano, esas notas resonantes en mis oídos siempre conseguían apaciguarme.

Carlos, que había salido a comprar todo lo necesario para la ocasión, no tardó en llegar. Msaludó con un simple movimiento de cabeza y empezó a vaciar las bolsas sobre la mesa del salón. - Miré señor, traje un mantel nuevo y servilletas estampados con motivos de esta celebración – me mostró y buscó en la siguiente bolsa – Champán francés, ¡Ah! Y comida para humanos.

Yo seguí tocando las teclas de mi piano, no dije nada, pero había estado atento a todas sus palabras. Carlos dejó el mantel y las servilletas, y se llevó la comida al refrigerador junto con las bolsas.

Ya solo faltaba una hora, si hubiera tenido pulso sin ninguna duda que mi corazón hubiera latido a ritmo de jazz de los nervios que traía. Estrella se encontraba en la cocina terminando de cocinar, Víctor y Carlos habían puesto la mesa organizando todo el salón. Yo desde luego no hice nada solo me paseé supervisándolo todo.

El timbre sonó dando entrada al primer invitado de la noche. Ivonne había sido puntual, al abrir la puerta la saludé con un fuerte abrazo.

- Ivonne, este es mi mayordomo Carlos – le presenté a mi criado que también había acudido a la puerta al sonido del timbre.

- Encantada, Carlos – saludó cortésmente mi amiga y añadió cuchicheando con gracia – el Marqués siempre se olvida de que nos conocemos hace años y nos presenta cada vez que vengo.

Bienvenida, señorita – sonreía el mayordomo mientras reverenciaba la mano que Ivonne le ofrecía, y mirando al jardinero y la doncella que esperaban tras él para agasajarme añadió - ellos son Estrellas y Víctor, que también los conoce. 

- "No haga caso, hoy Ètienne está verdaderamente despistado por los nervios"- susurró Carlos a Ivonne creyendo que no lo oiría, y no me molesté ni en comentar nada al respecto.

Mi amiga les sonreía con auténtico cariño. Víctor inclinó la cabeza con respeto – Siempre a su servicio – Estrella le dedicó una graciosa reverencia – Bienvenida, señorita ¿me permite su abrigo? - ofreció mientras se acercaba a recoger la prenda.

- Primero un abrazo, querida – solicitó mi amiga – que hace más de un año que no nos vemos y te he echado de menos – la doncella se iluminó ante esa muestra de cariño - ya sabe señorita que puede llamarme cuando quiera – le retiró el abrigo de los hombros y abandonaba el hall cuando mi amiga la frenó – ¡Ay!, espera un momento que me dejado una cosa en el bolsillo.

Ivonne sacó un paquetito de sobres que me mostró mientras nos dirigíamos al salón y los criados se retiraban a sus quehaceres.

- Mira, Étienne, mi contribución a la fiesta.

- Estupendo, has tenido muy buena idea – le agradecí – seguro que mis invitados se van a sorprende mucho al conocer tus cócteles especiales. Animarán la fiesta.

Sentada ya en el cómodo sofá mi amiga debió de recordar una ausencia y me preguntó - ¿Y los perros? ¿Dónde los tienes?

- Están encerrados en el jardín trasero para que no molesten – le informé – no están acostumbrados a las visitas, y no quiero que se estresen.

- Te entiendo, amigo, luego me pasaré a hacerles unas caricias, que a mi ya me conocen y me quieren.

viernes, 25 de abril de 2025

CAPÍTULO XII

 Ivonne

Una vez que todos los clientes abandonaron el club me acerqué a Ètienne – Buff, me siento incapaz de recoger todo esto ahora – exclamé mirando con desgana los vasos medio vacíos desperdigados por mesas y sillas desordenadas – anda, siéntate conmigo un rato y descansamos, ya lo limpiaré más tarde – nos encaminábamos hacia la parte de la barra que se veía más limpia, pero me detuve a recoger cuatro hermosas copas de la mesa más cercana. - bueno, estas las guardo ya que son de cristal de Bohemia – expliqué mientras me encaminaba al fregadero.

- No me has dicho todavía qué te ha parecido mi actuación – la mirada de mi amigo observaba mis delicados gestos al enjuagar y secar con un paño mis apreciadas copas antiguas – no guardes esa dos – me pidió cuando ya las iba a dejar en una de las vitrinas del largo aparador tras la barra – vamos a tomarnos dos Bloody Mary tranquilos, y después te ayudo a ordenarlo todo.

- Has estado genial. Como siempre – mi mente ralentizada por el cansancio recordaba la actuación y mi respuesta fue sincera – Pero, …

- Sabía que habría un pero – me interrumpió mi amigo, yo le hice un gesto para que se callara, y continué. - Iba a decirte que por un momento había temido que te descontrolaras – nuevo gesto para que callara su objeción, yo no había terminado de hablar y le iba a agradecer su respeto con reverencia. - Sin embargo te portaste como un caballero y con maestría. Bravo Lestat, no has perdido ni un ápice de tu talento.

- Sabes que hace tiempo que no me desmadro en fiestas públicas – se justificó el vampiro mientras yo dejaba las copas sobre la barra y me dirigía hacia la repisa de la cafetera donde reinaba mi nueva liofilizadora – Aquellas excentricidades se quedaron en el escenario del teatro de París. Pero no hablemos del pasado, dejémoslo allí.

Empecé a verter el sanguíneo polvo en la coctelera a la que añadí vodka y cubitos de hielo, le iba a preparar a mi amigo un cóctel como es debido. El sonido de maracas al batir la coctelera con estilo atrajo la atención de Lestat que se había quedado fija en la liofilizadora

- ¿Es nuevo ese aparato? - me preguntó con extrañeza señalándola con la barbilla.

- ¿Aún no te habías dado cuenta? - le contesté a modo de respuesta.

- No, pero tampoco ha sido una noche para fijarse en detalles.

- Ya, pero es que la tengo desde el verano. Me la regaló Red Smart, me la trajo una noche cualquiera para hacerme un regalo. - le conté admirando mi pequeño electrodoméstico – no recuerdo que sinfín de circunstancias me contó que la habían llevado olvidada a su desván, y decidió que a mí me quedaría perfecta con la decoración vintage del club. Así que en lugar de escondida en la despensa como la antigua, la coloque allí para que luciera. Es bonita, ¿verdad?

Mi amigo me miraba atónito- no me lo habías contado – me reprochó como si no pudiera dar crédito a mi olvido.

- Pero si lo publiqué en la página del club – le contesté rotunda – Creía que ya lo sabías y no ha salido en la conversación hasta hoy. Deberías leerme más a menudo - me quejé.

- Ya sabes que no hago mucho caso de las redes sociales. - se conformó Lestat - Bueno, ahora que me acuerdo, tengo un bombazo de noticia que contarte, después de casi setenta años sin vernos que yo ya lo daba por muerto, hace dos noches me telefoneó Bastian. - el vampiro miraba a su alrededor mientras reorganizaba sus pensamientos - ¿Te ayudo a recoger mientras te lo cuento?

- Solo ayúdame a subir las sillas sobre las mesas – le agradecí su ayuda y nos levantamos para empezar esa rutina – mañana limpiaré antes de abrir el club. ¿Qué quieres contarme?

- Me anunció que viene para “acción de gracias” y he pensado celebrar esta fiesta al puro estilo americano, con una cena en familia. Invitaré a algún amigo más que junto con Carlos y mis licántropos sois lo más parecido a una familia para mí.

Mi amigo no me quiso contar detalles de a quién iba a invitar, dijo que sería una agradable sorpresa y se despidió. - Cuento contigo, Ivonne.