jueves, 24 de abril de 2025

CAPÍTULO III

 Ètienne

Después del brindis, dejé la copa en una mesa y me dirigí al escenario donde aguardaban los instrumentos. Me acerqué al teclado, y alcé mi brazo llamando a Ivonne con el fin de que se acercara, pues se notaba en su rostro que pedía diversión a gritos. Empecé a tocar las teclas dejando sonar una de mis melodías preferidas.

— ¿Y si cantamos una canción para animar este lugar un poco?. ¿Te acuerdas del grupo de La Unión?, podríamos cantar a dúo la del lobo hombre en París. — Dije sin dejar de tocar las teclas, viendo por el rabillo del ojo como mi joven amiga de cabello oscuro se acercaba hasta mí con una sonrisa en su rostro, sabía que por fin se lo iba a pasar bien esas últimas horas de la noche.

En ese corto espacio de tiempo, mientras ella llegaba hasta dónde yo me encontraba, me puse a pensar en el motivo por el que había llegado tarde al local esa noche, cuando mi intención era ver el concierto.

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La noche era oscura y lluviosa cuando salí de mí castillo rumbo al club. A la mitad del camino, en un callejón sombrío a mano derecha, escuché gritos de una mujer pidiendo ayuda. Me acerqué sigilosamente a ver qué ocurría. Para mi sorpresa un grupo de tres individuos estaba atacando a una pobre damisela.

Escondido entre las sombras del callejón observé la situación por un momento y rápidamente actúe.

Atrapé a uno de los malhechores tirando de su chaqueta y, antes de que se diera cuenta de lo que le iba a pasar, Le mordí el cuello y bebí su sangre, para después dejarlo caer al suelo. El segundo individuo corrió con la misma suerte, el tercero se asustó tanto que su instinto fue dejar a la pobre mujer y salir corriendo. Cuando terminé de beberme al segundo, rápidamente entre las sombras para no ser visto ni por la joven, lo atrapé en su penoso intento de huida, poniendo fin a su vida. Me limpié la sangre y bien satisfecho continúe mi camino hasta el club.

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Cuando Ivonne llegó al escenario tomó un micrófono acercándome otro a mí. Las luces de los focos brillaban con sus distintos colores, e Ivonne empezó a cantar la canción de "lobo hombre en París".

El grupo de vampiros que jugaban al póker nos escuchaban expectantes y aplaudieron al terminar pidiéndonos otra canción.

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