jueves, 24 de abril de 2025

CAPÍTULO IV

 Ivonne

No me extrañó que los clientes del fondo hubieran salido de su lúdica abstracción para aplaudirnos, nos había salido genial. Me gustaba mucho esa canción y con Ètienne habíamos aullado a placer los coros dejando salir parte de la rabia acumulada y contenida en nuestra alma, porque los vampiros también tenemos alma que sufre y se alegra como la de cualquier mortal.

Agradecí los aplausos con cómicas reverencias, pero dejé el micrófono en el atril para acercarme al piano donde mi amigo había empezado a pulsar las teclas improvisando una nueva melodía. No me apetecía cantar más.

- ¿Emocionada?- me preguntó mirándome fijamente sin dejar de tocar. Había adivinado que me apetecía más conversar que cantar.

- Nostálgica- contesté yo – ya sabes que que soy mujer de recuerdos.

- Pesado bagaje- Ètienne seguía improvisando al piano.

- Parece que estemos interpretando Casablanca- los codos apoyados sobre el piano, inclinada hacía él parecía a punto de pedirle una canción.

- Sí- el vampiro de cabellos dorados sonrió la alusión- pero yo creo que en este momento nos pega lo de “Siempre nos quedará París”.

Años 20s, siglo XX. Por aquel entonces, la ciudad Luz se recuperaba de los estragos que había causado la Gran Guerra. Su esplendor perdido brillaba de nuevo con nuevo estilo y pensamiento.

- Siempre estaban vivas las noches parisinas- afirmé tras un momento de silencio compartido, ambos estábamos recordando – los bares, las terrazas, las calles siempre llenas hasta el amanecer. - hablaba deprisa, excitada por mis recuerdos - Músicos, pintores, escritores, hervían sus mentes con nuevos sonidos, nuevos colores, nuevas ideas …

- Y tú en medio de todos, reina de la barra de Pigalle- Ètienne añadió con su piano énfasis a su afirmación.

- Sí, la verdad es que me lo pasaba genial, aquellas noches en el Moulin Rouge.- me quedé por un rato callada anclada mi sonrisa al recuerdo – claro que entonces no nos conocíamos tú y yo. - puse fin a mi nostalgia para hacerle caso a mi amigo que había respetado mi silencio.

- Ahora sí que acepto uno de tus cócteles especiales- dijo Ètienne abandonando el piano para acercarse a la barra del club. - Creo que esta noche va a ser de recuerdos, mejor un trago para el viaje al pasado.

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